Con más poder adquisitivo que el viajero medio, los homosexuales son muy codiciados por la industria turística, que busca ampliar y diversificar su oferta más allá del estereotipo de las fiestas en Ibiza.
En la feria de turismo Fitur de Madrid, una de las mayores del mundo, se dedicó un espacio a este sector, en un país considerado particularmente “gay friendly” puesto que España fue uno de los tres primeros países en legalizar el matrimonio homosexual.
Según las estimaciones, los turistas homosexuales representan entre el 5 y el 10% del turismo mundial. “Pero gastan más, porque tienen más renta disponible” ya que normalmente no tienen hijos, explica Juan Pedro Tudeal, director de la firma española Diversity Consulting International, especializada en el mercado LGBT (colectivo de lesbianas, gais, bisexuales y transgénero).
Además, consumen “todavía más cuando se sienten aceptados”, asegura Thomas Bomkes, director de Diversity Tourism, una consultoría alemana. Aunque es difícil cifrar su gasto con precisión, “no podemos negar que los viajeros LGBT representan un segmento dinámico e influyente en el seno del sector turístico”, reconoció la Organización Mundial del Turismo (OMT) en un informe de 2012.
La capital española espera tres millones de visitantes para el World Pride de este verano, con beneficios todavía mayores a las del habitual Orgullo Gay, que genera 150 millones de euros en pocos días. Las grandes compañías no pasaron por alto la cita. La aerolínea Iberia, por ejemplo, ofrece descuentos especiales para ese periodo, al igual que algunos hoteles. Varias destinaciones turísticas españolas utilizan festivales de “orgullo gay” para atraer visitantes. En las islas Canarias, Maspalomas organiza tres de estos eventos cada año que facturan hasta 20 millones de euros en cada ocasión, según su organizador Fernando Ilarduya.
Complejos vacacionales, bungalows y cruceros reservados se multiplicaron. Para Thomas Bomkes, los clientes gais tienen “necesidades específicas”: posibilidad de encuentros, amistosos o amorosos, pero también beneficiarse de ofertas fuera de temporada, dado que viajan menos durante las vacaciones escolares.
Algunos detalles hacen la estancia más agradable, por ejemplo un hotel que no ofrezca camas separadas a dos mujeres que reservan una habitación juntas”, explica Marion Couturier de la agencia de organización de eventos Hansen&Partner. Latinoamérica se abre hueco
España, Tailandia y Bali son destinaciones ya consolidadas, pero América Latina intenta abrirse un hueco en este segmento.
En Fitur, Argentina destaca en sus folletos que fue el primer país del continente en legalizar el matrimonio homosexual y Colombia ofrece paquetes turísticos a medida.
Pero la bandera arcoíris no es suficiente e incluso puede frenar a algunos clientes, ajenos al “colectivismo” LGBT y acostumbrados a viajar mucho.
“Alcanzar este público puede ser difícil: algunas personas no quieren ofertas especiales” para los gais y no necesitan los servicios de agencias especializadas, dice Bomkes. “En su mayor parte son muy educados, saben perfectamente cómo reservar todo ellos mismos”, agrega.
La reputación “gay friendly” de un hotel es únicamente el tercer factor en la toma de decisión de un establecimiento, tras la ubicación y la relación calidad-precio, según un sondeo reciente de la firma estadounidense Community Marketing.
Más allá de la promoción de encuentros homosexuales o de macrofiestas, algunas destinaciones buscan un acercamiento más sutil.
La región de Extremadura, en el suroeste de España, celebra un Orgullo Gay nacido hace años tras los comentarios homófobos de un político pero lo hace mediante ofertas de turismo rural, arquitectura y observación de pájaros.
El objetivo es consolidarse a largo plazo sobre una clientela más familiar. “No creemos que el turista gay gasta más, lo que nos interesa es el volumen” pues representan el 10% de los visitantes, dice el responsable regional Hugo Alonso.
Otros apuntan a las turistas lesbianas “en pleno boom” actualmente tras cierto retraso respecto al sector masculino, explica Couturier.
“Los hombres prefieren el turismo urbano y las mujeres buscan actividades al aire libre, cultura, gastronomía”, señala Sylvia Acosta, cuya agencia basada en Tenerife recibe ya 200 clientes al mes tras dos años de actividad.